Mi cuerpo está cansado pero alerta, estoy terminando de armar mi mochila para la exploración de un cañón en Veracruz: 1420m de desnivel, 11 Km. en horizontal, unos 5 días metidos en las venas de la Tierra...
Con unas cuantas horas "libres" quería compartirles un poco de lo que ha sido la Vida para mi los últimos tiempos, los cuales han sido muy intensos. Más allá de una narración estructurada, temo que este mensaje sea casi un telegrama, pues las emociones han sido muchas.
Tomo un sorbo de café y recuerdo...
Noche de estrellas, fogata y clase de constelaciones. Machito de las Flores, curioso nombre para un poblado. Charlando con los amigos, estamos dispuestos a explorar un cañón la mañana siguiente. Guerrero es el Estado y la subida a la Sierra es interminable. Ramón con añoranza y alegría nos comparte sus experiencias en la zona hace 20 años.
Un señor con su mula nos encuentra y nos advierte: "No se vayan por ahí, ya no hay salida", asentimos y le comentamos que estamos preparados. El descenso es entre cañadas y tiros. Risas e historias, nos llevan de la mano a través de un bello paisaje. Finalmente llegamos a un balneario donde la gente nos mira como si fuéramos extraterrestres. El regreso largo, se hizo corto por la plática amena.
Pasan los días...
Suspendido de una cuerda, bajo lentamente "para disfrutar más" 80 metros hacia el fondo de el sótano de Popoca. Con su cascada cayendo bajo los grandes árboles de la selva, es para mi uno de los más bellos. David, quién siempre da ánimo y confianza ya está abajo. Al llegar rompo en gritos de euforia y le agradezco que sea mi amigo.
Como por impulso, cada año nos reunimos en ese mágico sitio para compartir vida y amistad. Decenas de personajes como sacados de los cuentos, departimos y nos regocijamos. Espeleólogos, montañistas y demás bailamos al son de una rocola en medio de la Sierra de Zongolica, hacemos concursos, acampamos y bebemos hasta el mareo sin control. La montaña nos acoge de nuevo y Lorenzo y Paty nos reciben en su casa, preguntan por los que no vinieron y nos actualizamos en noticias. "El año no ha sido bueno, pero que gusto verlos de nuevo aquí". Viejos rostros se entremezclan con el metálico llamado de la oropéndola y la nube de brisa que sale del sótano nos vuelve a dejar sin aliento invitándonos de nuevo a bajar a sus entrañas.
Otro sorbo de café y cambio de escenario...
Un avión de papel flotando larguísimos minutos suspendido en el aire sobre un valle, un espectáculo maravilloso de paz y elegancia. El orgulloso ingeniero, Alan de seis años y mirada avispada observa. Cerca de él está la materia prima de su obra: hojas arrancadas del libro Español, lecturas de tercer grado.
En la Sierra Negra de Puebla, uno de tantos rincones olvidados del país, pasamos excelentes aventuras con amigos de Bélgica, explorando cuevas hermosas y territorios de ensueño. 11 días entre las nubes nos hablaron sobre la pobreza, el valor, la muerte, la soledad, la amistad y el espectáculo irrepetible de una sonrisa sincera. Noches de frío donde una de las posesiones más entrañables eran un par de calcetas secas para dormir, eran tan solo la vanguardia del amanecer entre camaradas sencillos y valientes.
El rostro agrietado de Richard, se mezcla en mi mente con el olor a café, las ocurrencias de Francoise, los helechos arborescentes, la cara de espanto cuando Doña Beatríz se nos murió en la camioneta de redilas camino al hospital, el lodo en las botas, el sonido del agua como niños jugando dentro de la cueva, el desenfado de Beluga y los consejos del Gus.
Un poco más de café que quedan 2 horas para partir...
Caminos sinuosos de interminables terracerías en la Sierra Negra dieron paso en un par de días al paisaje seco de la frontera entre Zacatecas y Jalisco donde Fulvio Eccardi nos mostró que cuando se quieren hacer las cosas no existe barrera infranqueable. Paciente, develó ante mí una realidad compleja humana y natural que gira entorno a un ave majestuosa y emblemática: El Águila Real.
Emociones no faltaron, llegar de madrugada y sin luz a la orilla de un barranco desconocido para nosotros, bajar por una delgada cuerda y caminar entre ramas y espinas para entrar con sigilo a un escondite pequeño donde pasaríamos las siguientes 12 horas. Pero los dolores de espalda, el desvelo, el calor y el frío, fueron recompensados al mirar a un silencioso fantasma deslizarse por el aire para remontar el vuelo hacia el sol.
Campesinos inconformes pero de mirada sincera y sonrisa franca, místicos artistas que vencen a la roca para hacer su obra y naturalistas incansables como héroes, eran la parte humana de un mundo de bosque y selva, pastizales y cielo, donde veloces venados, mefíticos zorrillos, olorosas hierbas, arañas gigantes, coyotes, maderas de rojo encendido, ardillas juguetonas, pumas, cuervos y fúnebres zopilotes, viven y sobreviven.
Como un abrir y cerrar de ojos…
Pasó apenas un día cuando ya estábamos en camino de regreso a la Sierra Negra, esta vez para explorar un cañón.
En esta ocasión, la naturaleza se nos presentó en forma de gigantescos liquidámbares, altísimas paredes y un salto de agua que al caer sobre vegetación prehistórica llenaban el paisaje enmarcado por un "Puente de Dios" sobre nuestras cabezas. Solo faltaban los pterodáctilos...
Cuatro días sin ver a otro humano más que nosotros, nos enseñaron que un salto pequeño puede ser muy peligroso, que perder la cuerda es perderlo casi todo en el cañón y que debemos ser humildes y sinceros frente a la naturaleza.
Después de casi tres horas de caminata en una pronunciada pendiente y cargando mochilas de 24 kilos, volteamos a ver el imponente cañón mientras la Sierra bajaba el telón de niebla, terminando la función... por ahora.
Dentro de un par de semanas regresaremos a concluir la exploración de este mágico lugar dónde las luciérnagas realizan una danza nocturna al pie de majestuosos árboles que orgullosos y sin conocer al humano se yerguen a mitad del río…
Dos días de fiesta fueron el preámbulo de mi regreso a las grutas de Tolantongo, esta vez con muchos humanos a mi alrededor, de los cuales pudimos escapar al retraernos en nuestra mente y limitarnos al goce de la roca lisa dentro de la gruta, al vapor caliente y a la infinidad de chorros de agua que dan paso al corazón de la Tierra.
Allí donde el dinero ya tiene valor, las montañas nos siguen demostrando que somos ínfimos seres y los "viejitos" nos ven con sus espinas desde sus puestos en la sierra.
Apenas hace algunas horas llegué y pude platicar un poco con los míos y dentro de 2 horas salgo de nuevo con los amigos a una aventura en la naturaleza.
Gracias por leer hasta aquí, espero haber sido justo con cada lugar.
Un abrazo y buen camino.
Chibebo
Roberto Rojo
668...
El vecino del diablo
¡Que hermosa y acertada narración de tan fantásticos lugares! Se complementa con las imágenes de ensueño que muestras en FB. Gracias por hacernos llegar hasta ahí a través de tus ojos, tus sentidos, (o los de tus compañeros), tu fortaleza y tu entusiasmo. Que tengas buena vibra y un excelente camino Roberto en esta próxima aventura. Se te quiere y se te admira. Abrazo fraternal de Adriana Espinosa
ResponderEliminarUff! parece como si estuviera escuchandote en vivo, con tu voz llena de emociones y esa pasion por lo que haces, que es tan tuya y tan contagiosa.
ResponderEliminarMando un abrazo...es un placer conocerte.