J: ¿Por qué es importante participar en el cuidado y conocimiento de la biodiversidad?
RR: La biodiversidad es nuestro tesoro real, somos parte de ella y ella parte de nosotros. Forma nuestra biósfera, un todo ordenado pero que es, a la vez una anarquía frente al silencio cósmico.
Sin ella, simplemente no existiríamos y es aquí donde adquiere su real valor ya que en muchos lugares del planeta la cultura consumista ve en la biodiversidad únicamente una fuente de bienes y recursos.
Alejada en apariencia de la cotidianeidad es un concepto remoto, aislado y pocas veces se repara en la complejidad de los ecosistemas, en las invisibles tramas de la vida a las que pertenecemos también.
Estamos aún apenas en pañales en lo que al conocimiento de la biodiversidad se refiere. Sabemos datos muy especializados sobre otras cuestiones como el diámetro de la Tierra, lo que se necesita para enviar una persona o una sonda al espacio, la composición y peso de moléculas pero cuando nos preguntamos ¿Cuántas especies hay en la Tierra? No tenemos si quiera un aproximado real.
Y si no sabemos con cuántas formas de seres compartimos esta excepción del Universo que es nuestro planeta, menos sabemos sobre las complejas relaciones que se dan entre ellas.
Debemos conocer para cuidar, pero a estas alturas de deterioro ecológico a nivel global, estamos orillados a conservar y proteger lo más que se pueda porque si no lo hacemos lo perderemos en muy poco tiempo.
Se estima que están desapareciendo tres especies de seres vivos cada hora, este es un dato aterrador. Miles de entidades únicas e irrepetibles al año que jamás volveremos a ver y que muchas de ellas, ni siquiera conocimos, ya que la extinción es para siempre.
Estamos en una era crucial y decisiva, no ya para la vida en la Tierra que seguramente continuará de maneras inesperadas, sino para nosotros mismos y las especies que aquí y ahora nos acompañan.
Es el momento de conservar, cuidar y conocer. De nosotros depende la propia existencia de nuestra especie y esto solo lo lograremos conociendo nuestra biodiversidad y cuidándola.
J: ¿Cómo participamos los humanos en la dinámica de los ecosistemas?
RR: Como una especie más, tuvimos nuestros nichos y controles naturales hasta que aprendimos a combatirlos.
Es decir, antes de la revolución industrial donde las máquinas comenzaron a hacer nuestro trabajo y del descubrimiento de la asepsia, las vacunas y los antibióticos; nuestras enfermedades, capacidades y parásitos mantuvieron la población mundial estable, podríamos decir, bajo control.
Después de esa increíble era de conocimientos e inventos, logramos quitarnos la presión natural hasta convertirnos en una plaga.
Pronto seremos más de 7 mil millones de seres humanos, la capacidad de carga del planeta está sobrepasada. Dejamos de convivir y coexistir con nuestros ecosistemas para arrasarlos, devastarlos y contaminarlos.
La respuesta a ésta pregunta es tétrica y desoladora en un gran porcentaje. Nuestra participación en la dinámica de los ecosistemas es, en general negativa. Sustraemos y aniquilamos especies, cambiamos el uso de suelo, modificamos el paisaje, apostamos por una simplificación del entorno, desecamos, desertificamos y contaminamos.
Sin embargo, de entre todo lo malo, hay ya mucha gente que ha comprendido que el no cuidar los ecosistemas equivale a un suicidio colectivo.
Se pugna hoy en día por la sustentabilidad o sostenibilidad, el reciclaje, el ahorro de energía y por establecer cada vez más y mejores áreas protegidas haciendo recuperación y estabilización de los ecosistemas con medios humanos y que sin embargo, en la mayoría de las ocasiones como se ha comprobado, la cuestión es más bien dejar en paz los ecosistemas y sus componentes regresarán, proliferarán y retornarán a su equilibrio anterior.
J: ¿Por qué te gusta tu trabajo?
RR: Soy en principio, un naturalista nato.
Desde la infancia siempre estuve maravillado por la naturaleza a mí alrededor, en la diversidad de rocas, de ambientes, de hojas, de plantas y animales, de vida pasada, pero sobre todo de los insectos. Después comprendí que ellos son el componente más diverso en éste mundo.
Después soy Biólogo.
Esa admiración por lo que me rodea me llenó de incógnitas, estaba ávido por conocer, por saber y naturalmente entré a la carrera que me ofrecía esa ventana, el estudio de la vida.
Finalmente soy un divulgador.
Decía Carl Sagan “Después de todo, cuando estás enamorado, quieres contárselo a todo el mundo” y así pasa conmigo, mi pasión es la naturaleza, mi pasión es la vida y cada vez que aprendo algo nuevo quiero contarlo, quiero compartirlo con la gente.
Vivimos en un mundo estremecedoramente bello y misterioso, lleno de complejos mecanismos que desencadenan reacciones que culminan en lo que parecen simples placeres para nosotros como el aroma de una flor o el sabor de una fruta.
Conocerlo es una verdadera aventura, recorrerlo, palparlo y comprenderlo. Gracias a mi trabajo he podido estar en muchas situaciones y lugares, ver espectáculos de la naturaleza. Desde descender al corazón de la Tierra, capturar cocodrilos, ver un arcoíris de noche en África y ser perseguido por un elefante, hasta la gran migración de las rapaces y encontrar vida silvestre en el centro de una de las urbes más grandes del mundo.
Vivo esas historias y aventuras, para compartirlas y esa creo es mi principal satisfacción. El poder de la televisión me ha llevado a hogares donde desde niños hasta ancianos de todos los estratos sociales han hecho un tiempo para conocer un poco más sobre nuestro mundo.
También cada que puedo doy conferencias y escribo artículos sobre especies y lugares poco conocidos.
Amo lo que hago porque es mi pasión al grado que realmente nunca lo he considerado trabajo.
J: ¿Qué significa para ti ser un científico?
RR: La ciencia, con su método es la manera más racional que hemos encontrado para acercarnos a la verdad.
El trabajo arduo, la redundancia, la comprobación y final exposición ante expertos es un juego serio. Nada es definitivo, todo puede modificarse. Entender nuestro mundo es complicado y sin embargo siento que es de lo más gratificante.
Un científico, es un investigador que debe estar al pendiente de las más ínfimas pistas que lo lleven a contestar su o sus preguntas.
Un científico es un explorador que debe ir a la selva, al hielo, a las cavernas o al mar para comprender, observar y conocer.
Un científico es un divulgador ya que traduce la complejidad a un lenguaje accesible para todos.
Un científico es un iconoclasta, un rebelde, un guerrillero ya que da su vida y empeño por solucionar cuestiones trascendentales.
Un científico es un niño que se niega a desaparecer en el cuerpo de un adulto ya que no ha perdido la curiosidad, la tozudez y entusiasmo de la infancia.
Un científico es humilde al saber que podrá acercarse a la verdad pero nunca tendrá la verdad absoluta.
Un científico es historia, ya que su legado permanecerá para la posteridad y análisis de generaciones futuras.
Un científico es un soñador con disciplina.
Entre otras cosas eso es para mí, ser un científico.
J: ¿Cómo podríamos los jóvenes mexicanos ayudar en el cuidado de la biodiversidad y protección de nuestro planeta?
RR: Muchas veces cuartamos nuestra libertad, construimos una burbuja sencilla, placentera y costumbrista que sin pensarlo nos tiene presos en la comodidad.
Vemos los mismos programas en la TV, nos abstraemos con juegos virtuales, abrimos la llave y sale agua, presionamos la palanca del inodoro y desaparecen nuestros desechos, caminamos un poco y saciamos nuestras necesidades básicas con relativa facilidad.
Para mí, ese es un mundo gris donde perdemos valioso tiempo vital, angustiándonos, deprimiéndonos, odiando o simplemente (y desde mi punto de vista lo más peligroso y triste) siendo indiferentes.
El mundo es misterioso y bello, mágico y emocionante, pero está allá afuera.
Hay que salir, desperezarse, actuar. Ya no se vale permanecer inmóviles, no podemos malgastar nuestro tiempo de vida en banalidades cuando tenemos asuntos tan importantes por resolver como nuestra propia supervivencia.
El cuidar un ecosistema, una especie, el no comprar animales ni plantas ilegales, el ahorrar energía, el separar y tratar nuestros desechos, el hablarlo, el hacerlo es parte fundamental.
Todos somos el problema, es tiempo de ser parte de la solución.
Nunca estarás aburrido si lees un libro, si ves un programa donde aprendas, si observas un paraje, un insecto o un ave.
Nunca estarás deprimido si te pones a pensar que gracias a billones y billones de casualidades en la historia del universo es posible que respires, que camines, que pienses, que estás aquí. Cada inhalación es un complejo proceso que involucra al mundo que te rodea y a tu maravilloso organismo.
Lo más importante es cambiar la actitud, abrir los poros a las sensaciones que nos ofrece la naturaleza, salir de nuestro caparazón, ser valientes, decididos y alegres. Una vez que tenemos eso, actuar en favor del mundo, los ecosistemas, la biodiversidad y la humanidad viene por sí solo.
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