lunes, 19 de septiembre de 2011


Bien plantado en la tierra,
las nubes se enmarañan en sus cabellos...
Aunque vive tan alto que ignora mi existencia
no quiero perturbarlo
¡Quién pudiera decirme si es un dios o es un árbol!
OG.

martes, 30 de agosto de 2011

Cuestionario Josefo

J: ¿Por qué es importante participar en el cuidado y conocimiento de la biodiversidad?

RR: La biodiversidad es nuestro tesoro real, somos parte de ella y ella parte de nosotros. Forma nuestra biósfera, un todo ordenado pero que es, a la vez una anarquía frente al silencio cósmico.

Sin ella, simplemente no existiríamos y es aquí donde adquiere su real valor ya que en muchos lugares del planeta la cultura consumista ve en la biodiversidad únicamente una fuente de bienes y recursos.

Alejada en apariencia de la cotidianeidad es un concepto remoto, aislado y pocas veces se repara en la complejidad de los ecosistemas, en las invisibles tramas de la vida a las que pertenecemos también.

Estamos aún apenas en pañales en lo que al conocimiento de la biodiversidad se refiere. Sabemos datos muy especializados sobre otras cuestiones como el diámetro de la Tierra, lo que se necesita para enviar una persona o una sonda al espacio, la composición y peso de moléculas pero cuando nos preguntamos ¿Cuántas especies hay en la Tierra? No tenemos si quiera un aproximado real.

Y si no sabemos con cuántas formas de seres compartimos esta excepción del Universo que es nuestro planeta, menos sabemos sobre las complejas relaciones que se dan entre ellas.

Debemos conocer para cuidar, pero a estas alturas de deterioro ecológico a nivel global, estamos orillados a conservar y proteger lo más que se pueda porque si no lo hacemos lo perderemos en muy poco tiempo.

Se estima que están desapareciendo tres especies de seres vivos cada hora, este es un dato aterrador. Miles de entidades únicas e irrepetibles al año que jamás volveremos a ver y que muchas de ellas, ni siquiera conocimos, ya que la extinción es para siempre.

Estamos en una era crucial y decisiva, no ya para la vida en la Tierra que seguramente continuará de maneras inesperadas, sino para nosotros mismos y las especies que aquí y ahora nos acompañan.

Es el momento de conservar, cuidar y conocer. De nosotros depende la propia existencia de nuestra especie y esto solo lo lograremos conociendo nuestra biodiversidad y cuidándola.


J: ¿Cómo participamos los humanos en la dinámica de los ecosistemas?

RR: Como una especie más, tuvimos nuestros nichos y controles naturales hasta que aprendimos a combatirlos.

Es decir, antes de la revolución industrial donde las máquinas comenzaron a hacer nuestro trabajo y del descubrimiento de la asepsia, las vacunas y los antibióticos; nuestras enfermedades, capacidades y parásitos mantuvieron la población mundial estable, podríamos decir, bajo control.

Después de esa increíble era de conocimientos e inventos, logramos quitarnos la presión natural hasta convertirnos en una plaga.

Pronto seremos más de 7 mil millones de seres humanos, la capacidad de carga del planeta está sobrepasada. Dejamos de convivir y coexistir con nuestros ecosistemas para arrasarlos, devastarlos y contaminarlos.

La respuesta a ésta pregunta es tétrica y desoladora en un gran porcentaje. Nuestra participación en la dinámica de los ecosistemas es, en general negativa. Sustraemos y aniquilamos especies, cambiamos el uso de suelo, modificamos el paisaje, apostamos por una simplificación del entorno, desecamos, desertificamos y contaminamos.

Sin embargo, de entre todo lo malo, hay ya mucha gente que ha comprendido que el no cuidar los ecosistemas equivale a un suicidio colectivo.

Se pugna hoy en día por la sustentabilidad o sostenibilidad, el reciclaje, el ahorro de energía y por establecer cada vez más y mejores áreas protegidas haciendo recuperación y estabilización de los ecosistemas con medios humanos y que sin embargo, en la mayoría de las ocasiones como se ha comprobado, la cuestión es más bien dejar en paz los ecosistemas y sus componentes regresarán, proliferarán y retornarán a su equilibrio anterior.

J: ¿Por qué te gusta tu trabajo?

RR: Soy en principio, un naturalista nato.

Desde la infancia siempre estuve maravillado por la naturaleza a mí alrededor, en la diversidad de rocas, de ambientes, de hojas, de plantas y animales, de vida pasada, pero sobre todo de los insectos. Después comprendí que ellos son el componente más diverso en éste mundo.

Después soy Biólogo.

Esa admiración por lo que me rodea me llenó de incógnitas, estaba ávido por conocer, por saber y naturalmente entré a la carrera que me ofrecía esa ventana, el estudio de la vida.

Finalmente soy un divulgador.

Decía Carl Sagan “Después de todo, cuando estás enamorado, quieres contárselo a todo el mundo” y así pasa conmigo, mi pasión es la naturaleza, mi pasión es la vida y cada vez que aprendo algo nuevo quiero contarlo, quiero compartirlo con la gente.

Vivimos en un mundo estremecedoramente bello y misterioso, lleno de complejos mecanismos que desencadenan reacciones que culminan en lo que parecen simples placeres para nosotros como el aroma de una flor o el sabor de una fruta.

Conocerlo es una verdadera aventura, recorrerlo, palparlo y comprenderlo. Gracias a mi trabajo he podido estar en muchas situaciones y lugares, ver espectáculos de la naturaleza. Desde descender al corazón de la Tierra, capturar cocodrilos, ver un arcoíris de noche en África y ser perseguido por un elefante, hasta la gran migración de las rapaces y encontrar vida silvestre en el centro de una de las urbes más grandes del mundo.

Vivo esas historias y aventuras, para compartirlas y esa creo es mi principal satisfacción. El poder de la televisión me ha llevado a hogares donde desde niños hasta ancianos de todos los estratos sociales han hecho un tiempo para conocer un poco más sobre nuestro mundo.

También cada que puedo doy conferencias y escribo artículos sobre especies y lugares poco conocidos.

Amo lo que hago porque es mi pasión al grado que realmente nunca lo he considerado trabajo.

J: ¿Qué significa para ti ser un científico?

RR: La ciencia, con su método es la manera más racional que hemos encontrado para acercarnos a la verdad.

El trabajo arduo, la redundancia, la comprobación y final exposición ante expertos es un juego serio. Nada es definitivo, todo puede modificarse. Entender nuestro mundo es complicado y sin embargo siento que es de lo más gratificante.

Un científico, es un investigador que debe estar al pendiente de las más ínfimas pistas que lo lleven a contestar su o sus preguntas.

Un científico es un explorador que debe ir a la selva, al hielo, a las cavernas o al mar para comprender, observar y conocer.

Un científico es un divulgador ya que traduce la complejidad a un lenguaje accesible para todos.

Un científico es un iconoclasta, un rebelde, un guerrillero ya que da su vida y empeño por solucionar cuestiones trascendentales.

Un científico es un niño que se niega a desaparecer en el cuerpo de un adulto ya que no ha perdido la curiosidad, la tozudez y entusiasmo de la infancia.

Un científico es humilde al saber que podrá acercarse a la verdad pero nunca tendrá la verdad absoluta.

Un científico es historia, ya que su legado permanecerá para la posteridad y análisis de generaciones futuras.

Un científico es un soñador con disciplina.

Entre otras cosas eso es para mí, ser un científico.

J: ¿Cómo podríamos los jóvenes mexicanos ayudar en el cuidado de la biodiversidad y protección de nuestro planeta?

RR: Muchas veces cuartamos nuestra libertad, construimos una burbuja sencilla, placentera y costumbrista que sin pensarlo nos tiene presos en la comodidad.

Vemos los mismos programas en la TV, nos abstraemos con juegos virtuales, abrimos la llave y sale agua, presionamos la palanca del inodoro y desaparecen nuestros desechos, caminamos un poco y saciamos nuestras necesidades básicas con relativa facilidad.

Para mí, ese es un mundo gris donde perdemos valioso tiempo vital, angustiándonos, deprimiéndonos, odiando o simplemente (y desde mi punto de vista lo más peligroso y triste) siendo indiferentes.

El mundo es misterioso y bello, mágico y emocionante, pero está allá afuera.

Hay que salir, desperezarse, actuar. Ya no se vale permanecer inmóviles, no podemos malgastar nuestro tiempo de vida en banalidades cuando tenemos asuntos tan importantes por resolver como nuestra propia supervivencia.

El cuidar un ecosistema, una especie, el no comprar animales ni plantas ilegales, el ahorrar energía, el separar y tratar nuestros desechos, el hablarlo, el hacerlo es parte fundamental.

Todos somos el problema, es tiempo de ser parte de la solución.

Nunca estarás aburrido si lees un libro, si ves un programa donde aprendas, si observas un paraje, un insecto o un ave.

Nunca estarás deprimido si te pones a pensar que gracias a billones y billones de casualidades en la historia del universo es posible que respires, que camines, que pienses, que estás aquí. Cada inhalación es un complejo proceso que involucra al mundo que te rodea y a tu maravilloso organismo.

Lo más importante es cambiar la actitud, abrir los poros a las sensaciones que nos ofrece la naturaleza, salir de nuestro caparazón, ser valientes, decididos y alegres. Una vez que tenemos eso, actuar en favor del mundo, los ecosistemas, la biodiversidad y la humanidad viene por sí solo.

martes, 16 de agosto de 2011

Las dos caras de la moneda

Hoy en la mañana ví una foto que me impactó.
Hojeando La Jornada estaba, entre letras negras y anuncios estúpidamente coloridos, la imagen de Oscar Pistorius corriendo a toda velocidad sobre sus prótesis.
Para mí fue estremecedor ver que la mente humana con sus herramientas tecnológicas habían devuelto la libertad a un ser que históricamente jamás hubiera gozado la caricia del viento su rostro producto del esfuerzo físico.
Fue la escena que para mí resume los ideales de la humanidad, el deporte, la ciencia, la vida, en fin, sublime. Pensaba, "Éste debería ser el objetivo principal; no hacer armas, no joder más a la Tierra, no perder el tiempo en banalidades sino conocer, descubrir, comprender, asombrarse"
Sin embargo, la nota hablaba sobre conflictos humanos.
Como casi siempre, nos quedamos revolcando en la mierda en lugar de apuntar alto, a objetivos realmente importantes en éste, nuestro mundo y ésta nuestra vida.


miércoles, 29 de junio de 2011

Xico; fervor y tradición

Detrás de una pared humana de curiosos, a lo lejos una persona vuela por los aires. Nos acercamos corriendo y no se puede ver mucho por que todos los sitios están llenos. Subimos a la caja de un trailer que también está copada de espectadores y desde allí, entre el mar de sombreros de la concurrencia vemos algunos hermosos toros negros, toros de lidia que avanzan desconcertados en una de las calles resbalosas por la lluvia que justo en este momento ha dado un breve descanso.
Los valientes, algunos de ellos envalentonados por tanto “verde” o “morita” que han bebido, saltan la valla y enfrentan a los formidables animales.
De pronto, uno embiste; se hace un silencio general por la respiración contenida de cientos de personas. En cuestión de instantes el silencio se rompe por una exclamación general. El tamaño y la fuerza de los toros solo se pueden comprender cuando con un movimiento leve de su robusto cuello manda a un ser humano varios metros sobre el suelo.
El día es 22 de julio y estamos en una de las fiestas más importantes del estado de Veracruz, la famosa Xiqueñada.
La celebración comenzó desde algunos días antes y ha sido cuidadosamente preparada desde hace un año.

Todo gira en torno a la celebración de Santa María Magdalena, María cuyo segundo nombre proviene del sitio dónde nació: Magdala, un pequeño enclave en el mar de Galilea. Santa María Magdalena quién estuvo cerca de Jesucristo al momento de su muerte y fue la primera en verlo resucitado.
Ella, uno de los personajes más controvertidos en la historia de la religión ya que a causa de un sermón del Papa Gregorio el grande en el año 591 se dio la imagen de haber sido adúltera. Ella, representada con lágrimas rodando por sus mejillas, hermosa y diáfana es la patrona de Xico.
Se respira fiesta en el aire, el cielo está nublado y las nubes bajas dan una sensación de intimidad.
Xico es la apócope de Xicochimalco el nombre original y que significa “escudo de abeja”. Es un hermoso enclave situado entre las montañas veracruzanas, muy cerca de la capital, Xalapa. Rodeado de lujuriosa vegetación y paraísos secretos con bellas caídas de agua, este sitio tiene una historia milenaria ya que fue fundado en el siglo IX antes de Cristo. Pero no se trata del lugar original ya que durante el virreinato, en 1601 se mueve la población a un lugar cercano y donde estaba antes el pueblo se le conoce como “Xico viejo”.
La nueva localidad recibe el nombre de Santa María Magdalena de Xicochimalco. Sin embargo, hace más de 100 años, para ser precisos el 29 de noviembre de 1892, las autoridades porfirianas, la elevan al rango de Villa y recortan el nombre solo a Xico.
Al parecer que el pueblo no lleve ya oficialmente su nombre no le importa mucho a la Santa pues ella pasea serena, majestuosa, con rostro inmutable sobre los hombros de los fieles quienes hacen caso omiso al cansancio, alentados por su fe. Suben lentamente las escaleras rodeados de cientos de personas que asombrados observan a la imagen, tocan su vestido, toman fotos con cámaras y celulares, lloran y rezan.
La música llena el ambiente y los cohetes cimbran el entorno. Al final de la escalera espera el nicho máximo, la entrada de su catedral. Sobrio edificio del siglo XVI con acabados barrocos y neoclásicos de los siglos XVII y XIX y que ahora está de gala adornado por un imponente arco de 18 metros de alto, 5 de ancho y cerca de 2,000 kilos de peso, realizado con bejuco de uva, cocuyo y flor de sotol y cada año se hace un diseño nuevo.
El rostro impávido de la Santa mira hacia a su pueblo entre humo de copal y el maravilloso cortinaje dentro de la iglesia. Las procesiones van llegando por la calle principal. Contingentes de danzantes y gente disfrazada se presentan ante ella.
A lo lejos se escuchan ruidos extraños y se ve algo así como un tren de numerosos vagones en medio de la multitud. La imagen es desconcertante para quien no sabe de qué se trata y sin embargo una sonrisa se dibuja en los rostros de muchas personas. Lo que se acerca son una multitud de contingentes que bailan y se contonean alrededor de decenas de grandes y pesados toritos. Nombres como “El jefe de jefes”, “Bullanguero”, “El Apenitas”, “Cabezón”, “Chueco” o el “Verdulero” desfilan frente a la imagen.
Cada corrillo consiste en un “pastor” armado con un cayado de madera en forma de serpiente o de lo que la imaginación mande, un ruidoso grupo de gente vestida con cencerros y lo más importante, una estructura de madera que más que torito parece puerco espín ya que poseen una fuerte artillería de cohetes apuntando al cielo.
Los toritos vienen todos adornados y cuentan con un par de rótulos, el del nombre del torito y el de la congregación o barrio que colaboraron para su fabricación. Uno por uno, van tomando su turno para desfilar frente a la sagrada imagen. El rostro de cada esforzado cargador sufre una metamorfosis que va de una mueca de cansancio a una sonrisa franca de éxtasis. Cobran fuerza, avanzan con decisión en medio del estridente sonido de los cencerros y comienzan a girar sobre su propio eje como alegres trompos.
Dentro de la iglesia se encuentra la primera imagen de Santa María Magdalena que según la leyenda “llegó” hace más de 400 años. Dice la tradición oral que un día aparecieron cuatro mulitas cargadas en una de las esquinas del parque. Nadie sabía de dónde llegaron y jamás se supo del dueño.
Las pobres mulas estuvieron desde la mañana hasta el anochecer. Algunas personas compadecidas por los animalillos sin amo se acercaban para darles de comer y beber. Al día siguiente el párroco ordenó que fueran llevadas a los patios de la Catedral para darles descanso.
Al desatar los bultos se encontró la imagen dentro de uno de ellos. El hallazgo fue tomado como una señal de que la Santa llegó a Xico para quedarse.
La imagen actual de Santa María Magdalena es más reciente. Desde su aparición se le cambiaba el vestido de vez en cuando y poco a poco se fue creando una particular costumbre del pueblo de Xico, la de regalarle vestidos.
El más antiguo data de 1890, vienen en todas las tonalidades y texturas. Mucha gente le tiene tanto aprecio y devoción que en algunas ocasiones deben esperar más de dos años para poder hacerle el regalo ya que hay que ponerse en una lista de espera. Cada año le regalan 32 vestidos, el día 13 y el 19 recibe dos y el 22 no recibe ninguno, de ahí en adelante cambia cada 15 días.
Existen algunos especialmente queridos como son el que le regaló Alberto Ortega en 1936 y el que obsequió Alberto Balderas en 1952, ambos famosos toreros y como debemos recordar la tradición taurina de Xico es fuerte. De hecho la plaza de toros lleva el nombre de éste último.
A lo largo de los años se ha formado una gran colección de centenares de vestidos por lo que en la parte posterior de la catedral, en el “Patio de las palomas” se puede admirar uno de los museos más sui generis de México, el Museo de los vestidos. Allí se puede observar también algunas pelucas elaboradas con cabello natural, obviamente también regalo para la Santa.
El saldo en esta ocasión fue blanco, sin embargo en otros años es común que mueran algunas de las personas que se meten con los toros en los tres sectores o encierros en que se divide la calle Miguel Hidalgo.
Avanzada la tarde y después de la corrida, la calle se abre llenándose de gente que contrata músicos y en pequeños grupos llenan de notas tradicionales el ambiente festivo.
Llegamos al restaurante “Las Fincas” frente a la plaza principal en dónde amablemente nos recibe Doña Martha Hernández y con una sonrisa nos cuenta la historia de su abuelo “el Garrafa” quien inició la historia de los licores tradicionales de esta región.
Enérgica pero cordial, organiza a la gente, concurrencia y trabajadores para que todo mundo lleve su botella de verde o de morita así como una gama extensa de ricos licores.
La gente de Xico es de fuertes convicciones, lazos familiares, pero sobre todo es bullanguera. Hace unos cuantos años establecieron el récord de la enchilada de mole más grande del mundo para lo que emplearon más de 30,000 enchiladas. Cabe decir que el mole es otra de las fortalezas de Xico, con un sabor único, el paladar también está de fiesta aquí.
La noche se ilumina con los juegos de la feria, los coloridos puestos y la sonrisa de la gente, pero sobre todo por la serie de toritos que están quemando en el atrio de la catedral.

En medio de una nube de humo, el torito gira entre chispazos y fuertes estallidos. Una ronda de alegres convidados se toma de las manos y baila a pesar del olor a chamuscado de algunas de sus prendas.
El universo está aquí, las estrellas miran desde lo alto y las montañas, desde su palco, es la fiesta de los hombres, de la magia, del sabor, de la muerte pero sobre todo de la vida. Mañana, mañana será otro día.